martes, 20 de octubre de 2015

MITOS 

EL MOHÁN


























El Mohán aparece en Mómpox y al sur del Bolívares un ser anciano de larga cabellera, barba larga y abundante, de un aspecto descuidado, muchas veces sale desnudo o tapándose con hojas, algunas veces lo han visto con el cuerpo dividido mitad humano y mitad pez, arrastrándose por la orilla de los ríos, caños y ciénagas. El nombre Mohán viene del que les daban los Caribes a los sacerdotes. Los campesinos creen que el Mohán es antropófago, pues le gusta la sangre de los niños de pecho. Le gustan las mujeres bellas y jóvenes, a quienes persigue para llevárselas a los ríos.

El Mohán es travieso, andariego, embaucador, brujo y libertino. Le gusta enredar a los pescadores y jugar con las atarrayas, pues aparece como chancero robando las carnadas y los anzuelos de los pescadores, y esto hace que los pescadores no atrapen nada.
Al Mohán le gusta mucho fumar y la sal; entonces, cuando los pescadores salen a pescar, para que el Mohán los deje en paz, le llevan tabacos y sal. Esto se lo colocan sobre las rocas y él permite que ellos puedan pescar en paz.



EL CABALLO COJO


















En los pueblos del centro y sur de Bolívar cuentan que en las noches oscuras la gente oía relinchar y galopar un caballo.
El sonido de su galope no tenía comparación y las personas que lo escuchaban se asomaban para verlo, pero se quedaban mudos y aterrados al ver que el caballo era de ojos rojos, de tres patas y dejaba un olor a azufre por las calles.

LA PATA SOLA






















Habita entre la maraña espesa de la selva virgen, en las cumbres de la llanura. Con la única pata que tiene avanza con rapidez asombrosa. Es  temida por colonos, mineros, cazadores, caminantes, agricultores y leñadores. En otras ocasiones, oyen los lamentos de una mujer extraviada; la gritan para auxiliarla, pero los quejidos van tornándose más lastimeros a medida que avanza hacia la víctima y cuando ya está muy cerca, se convierte en una fiera que se lanza sobre la persona, le chupa la sangre y termina triturándola con sus agudos colmillos.


Las personas aseguran haberla visto saltando en una sola pata, por sierras, cañadas y caminos, destilando sangre y lanzando gritos lastimeros. Es el alma en pena de la mujer infiel que vaga por montes, valles y llanuras, que deshonró a sus hijos y no supo respetar a su esposo.




EL JINETE



















En noches de luna llena aparece un hombre con los dientes de oro, montado sobre un caballo blanco y siete perros tras él. Se muestra muy amable con las personas que encuentra en su camino, para montarlas y hacerlas desaparecer para siempre. El jinete pasa a media noche sonando los frenos de su caballo, por los caminos donde trafican carros y espera la media noche porque transitan pocas personas.

LEYENDAS

LA MOJANA



















Esta leyenda tiene su origen en la Cartagena de la Colonia.  Allí vivía una mujer de la nobleza con su esposo y su hermoso hijo, en una casa muy grande en la plaza central de Cartagena. La mujer no atendía a su esposo por dedicarle todo el tiempo a su hijo, al que adoraba.  Un día, el esposo, al verse rechazado, no aguantó más y mató a su esposa.  Cuando la mujer gritó, el niño, que estaba sentado en un pozo, perdió el equilibrio y se perdió en la profundidad. 

Desde ese día, en la mayoría de las casas coloniales que aún conservan un pozo, aparece la figura de la mujer con una peineta de hueso en la mano, que resplandece al pasarla por sus dorados cabellos.  Los niños al verla, quedan hipnotizados y caminan hacia ella, que al descubrir que no se trata de su hijo, los arroja al pozo.

EL HOMBRE CAIMÁN
Es una leyenda de la población de Plato, Magdalena, la cual resalta la historia de Saúl Montenegro, un joven pescador, quien lucía en su boca un diente de oro. Pero que tenía una enfermiza afición por ver los cuerpos desnudos de las lavanderas y bañistas que visitaban el caño de las mujeres de Plato. Por esta razón, el alcalde en su momento, dictó un decreto por el cual se prohibía a los hombres visitar  o bañarse en el caño de las mujeres.
Entonces, Saúl recurrió a la hechicería, pensando que con brebajes podría hacerse invisible o convertirse en cualquier animal. Saúl se desplazó hasta la Alta Guajira, donde un brujo indio le preparó varias botellas con un líquido de color rojizo que al rociarlo sobre su cuerpo lo convertía en caimán y otras que contenían un líquido blanco que lo devolvía a su forma humana.

Hasta que un día, Saúl convertido en caimán quiso volver a su forma humana, sin embargo, su amigo le roció accidentalmente el líquido blanco sólo en la cara, lo cual lo convirtió sólo con cara humana y el cuerpo de caimán, desde entonces, Saúl Montenegro quedó condenado a ser el hombre caimán.

LA SIRENA VALLENATA


























Consiste en la leyenda de una joven llamada Rosario Arciniega, que era muy consentida y la hacían sentir como la reina de su casa. En Valledupar la gente es muy tradicional en la época de semana santa y sus abuelos le advirtieron que no se bañara sola en el río, y mucho menos el jueves santo, pues se podía convertir en sirena; pero la joven no hizo caso y se fue a bañar al río Guatapurí.

Eran las dos de la tarde, el cielo comenzó a oscurecerse y cuando Rosario trató de salir de las aguas no pudo. Ya que un peso enorme en sus piernas le impedía moverse. Se arrastró y pudo llegar a la orilla del río, pero quedó horrorizada al comprobar que sus extremidades inferiores habían desaparecido y en su lugar había una inmensa cola de pez.

FRANCISCO EL HOMBRE






















Es un personaje emblemático de la Guajira, el cual narra la leyenda que, después de una larga noche de parranda, un hombre sale de regreso a su pueblo; decidió sacar su acordeón y sobre su burro, como era usual en aquella época, comenzó a interpretar sus melodías. De repente, en medio de la oscuridad, comenzaron a sonar melodías de otro juglar que desafiante trataba de superarlo. 

Francisco se dirigió al lugar donde provenían las melodías y para su sorpresa, se dio cuenta que quien las tocaba era el diablo, que se encontraba sentado sobre las raíces de un gran árbol. Satanás siguió tocando unas extrañas notas tan poderosas y bellas a la vez, que hicieron apagar la luna y todas las estrellas. Solo se veían los resplandecientes ojos de aquel demonio, en la inmensidad de la noche. Francisco miró al cielo y rezó el credo al revés, y  derrotó a satanás.